viernes, 29 de junio de 2007

Para los estudiantes desilusionados

Ánimo, unas horitas, a lo sumo 3 ó 4 días, y seremos libres del yugo de junio. Algunos sólo hasta Septiembre, otros quizás con más horizonte; llegados a este punto, no importa cómo: el caso es que los exámenes acaben. Para los que esta noche ya hayan salido, o quizás lleven una semana en la calle, y para todos a los que nos toca mañana, esta canción:

Para ti, que estás de morros esta noche
Que descubres los secretos de tu cuerpo
Que sonrojas tu nariz casi queriendo
Que eres un gran aprendiz de seductor

Para ti, que debiste nacer en Frisco
Que te rascas, pensativo, la melena
Que calculas un placer remunerado
Que te ves, poco a poco, generador

Para ti, que sólo tienes quince años cumplidos
Para ti, que no desprecias ningún plato lindo
Para ti, que aún careces de prejuicios bobos
Para ti, lleno de infantil egoísmo de lobo

Para ti, que devoras con otras color virgen
Para ti, que no soportas ningún rollo horrible
Para ti, que en los cines de verano y costa
Para ti, lo mejor han seleccionado, Morgan

Para ti, tiene razón todo un estilo
Toda la locura de los locutores locos
Todo el cadenaje que enmudeció a virtuosos
Toda la energía de ese motor que estalló

Para ti, nos buscamos el paraíso
Nos cocinamos melodías con su charme
Nos olvidamos de los críticos seniles
Nos encerramos en castillos de cartón

Para ti, que sólo tienes quience años cumplidos
Para ti, que naciste en tiempos asesinos
Para ti, que te llevas a las nenas de calle
Para ti, en cuyo placer aún hay ambigüedades

Para ti, que vas a caballo del fin del mundo
Para ti, que les das cortes como un cine mudo
Para ti, que comprobarás lo que otros han dicho
Para ti, queremos otear el paraíso

Para ti, que sólo tienes quince años cumplidos...

Ya sé que la letra y ese cantante tan chungo de La Mode no coinciden todo lo que deberían... Es que esta canción antes la cantaba Paraíso, y ésa era la versión que yo me aprendí de pequeña, así que ésa será siempre el Dios único y verdadero para mí.

Más allá de estilos sonoros o de etapas musicales, me parece que es de una las letras más literarias -y, al mismo tiempo, tierna y sincera- que he escuchado. Dicen que es un himno generacional, que habla del país que entonces se desperezaba tras un letargo de cuarenta años y se miraba coqueto al espejo con modelitos indecentes. Puede, bueno, no; seguro que sí. Pero para mí es mucho más simple: es una canción sobre la ilusión. La ilusión siempre tiene quince años. Demasiados como para ser inocente del todo, pero no los suficientes como para haber perdido las ganas.

Feliz verano.

miércoles, 27 de junio de 2007

El equilibrio



El loco llegó a la parada de autobús y se puso a la cola, como uno más. La clásica uniformidad de las 9 de la mañana, que sólo fue capaz de mantener unos segundos. Enseguida empezó a resoplar, a subirse la camiseta y a enseñar su barriga peluda y caída a todos los integrantes de la fila. Las señoras que lo seguían en la cola se alejaron sin disimulo alguno y con cara de asco. El autobús apareció tarde, como siempre, y las hormiguitas se dispusieron en procesión tensa y ordenada mientras se acercaban a la puerta. Cuando ésta se abrió, el loco se llevó las manos a la cabeza en medio de un aspaviento muy brusco y gritó:
- ¡Ay, no, éste no me lleva!
Salió corriendo de la fila, empujando a varias de las señoras que antes se habían apartado de él.


El conductor, que escuchaba en la radio éxitos electrónicos y horteras a partes iguales, esperó a arrancar hasta la hora de salida del siguiente autobús, para redondear más aún el significado de la palabra tarde y, tras un par de miradas macarras al pasaje, cerró las puertas. Justo en el momento en el que el aire casi dejaba de circular entre ellas, el loco volvió a aparecer de la nada y se estampó contra el cristal. El conductor abrió la puerta con la boca torcida al herido, como una especie de indulto divino. El loco introdujo cuatro veces seguidas su billete en la expendedora con el mismo resultado: un pitido de desaprobación. El conductor le pidió examinarlo y lo observó con gesto de experto durante medio minuto para arrojar una conclusión casi científica:
- Esto está caducado.


Pese a todo, se sacó otro indulto de la manga y permitió que el loco se sentase en uno de los primeros asientos, mientras el autobús se dirigía hacia la carretera. El loco permaneció todo el viaje revolviéndose en su sitio, mordiéndose las uñas, metiéndose la mano por debajo de los pantalones sin ningún tipo de reparo y gimoteando con una voz muy grave, parecida a la de una vaca. A mitad de trayecto, una chica se sentó a su lado e intentó, a duras penas, mantener la atención en el libro que leía. Cuando el autobús hizo su primera parada en la urbanización, el loco pegó un grito -casi de dolor- al cerrarse las puertas:
- ¡Esta era la mía!
Se levantó como un huracán para dirigirse a la puerta de salida. Su compañera de asiento resistió el envite agarrándose al libro como a un salvavidas. En la siguiente parada el loco se bajó y echó a andar, moviendo los hombros como si los recorrieran escalofríos y haciendo pedorretas con la boca. El conductor detuvo el autobús unos instantes, mientras lo seguía con la mirada.
- Era un poco raro, ¿no?- le dijo a la chica del libro.
Ella se encogió de hombros.


Todos somos un equilibrio misterioso, normalmente aleatorio, de risa, sexo, llanto, placer, dolor, dulzura y maldad. Nadie sabe quién ha moldeado sus piezas del puzzle y simplemente confía en que encajen, pero a veces el cartón se hincha o se rompe, y la simetría desaparece. Lo que llamamos locura no es más que el equilibrio que los demás conservamos -puramente por azar- volcado y esparcido sobre un inmenso tablero de parchís. De niños jugamos al parchís y al puzzle en las tardes de los domingos lluviosos, y de adultos saltamos en ese tablero, pasando de puntillas junto a los charcos donde se derramó el equilibrio de los demás para no salpicarnos, porque el cartón de los puzzles se deforma con la humedad.
[Este texto pertenece a Manuela Astasio y, como tal, ha sido citado en su proyecto final de carrera, La Cura]

Fotografía: Bus, No lies

domingo, 24 de junio de 2007

Tan hermosos



Complicada bondad, Myriam Toews [extracto]:


"Qué triste, dije. No tener padres. Y él se rió y dijo pero tengo otra cosa, y con el cigarrillo en una mano y la botella de Old Stock en la otra dijo: Mamá y Papá. Cuando me dejó en casa, mis padres estaban jugando al bádminton en el patio delantero. Mamá llevaba Keds de lona blanca que había comprado en los Estados Unidos y pantalones piratas. Mi padre con traje, por supuesto. Saludaron con la mano a Bert y yo le dije que escondiera a su papá y su mamá o nunca podría volver a conducir con él. Pero resulta que nunca volví a salir con él porque empezó a salir con una chica francesa de Marchand. Muy loca ella. Aún están juntos. Suele acompañarlo cuando Bert sale a dar vueltas por Main Street en su Red Phantom. Se sienta muy pegada a él, casi encima, y fuma Du Mauriers, uno tras otro, vuelta tras vuelta, noche tras noche. Una tía dura. No sonríe mucho. Bert se porta como un idiota y ella lo aparta de un empujón en el pecho. Usa vaqueros Fancy Ass con tachuelas en las costuras laterales. A veces Bert deja el Phantom en el aparcamiento del supermercado, bajo la farola, pone música a todo volumen y él y la francesa se sientan en el capó como los chicos de Thunder Road.


Una vez soñé que Bert y la chica de las Nudilleras de Metal (no sé por qué la llaman así pero el verdadero nombre de la francesa era demasiado impronunciable para unos teutónicos como nosotros y, por supuesto, nos encantaba reducir a los individuos a lo que, pensábamos, era su esencia) estaban sentados ahí bajo el reflector del supermercado y se pusieron a bailar a la antigua, como Fred y Ginger. Bert le dijo, muy tierno: ¿Quieres bailar conmigo, Nudillos de Bronce? Y ella dijo, Bert, ya sabes que me encantaría. Y luego Bert le dio una buena calada al Du Maurier que ella estaba fumando y lo tiró con un gesto muy chulo al asfalto oscuro, fuera del alcance de la luz del reflector. Bajaron del capó deslizándose, cogidos de la mano, y se pusieron a bailar el vals por todo el aparcamiento, la gente empezó a llegar, uno a uno, y todos se pusieron a llorar porque Bert y la francesa eran tan hermosos. Condenados para toda la eternidad. Después de bailar unos veinte minutos, saludaron al público con una reverencia, y la gente aplaudió muy cortésmente hasta que ellos se marcharon en el Red Phantom que, cuando llegó a la mitad de Main Street, se elevó del suelo y desapareció en la negrura. Desde que tuve ese sueño he oído rumores de que a Bert y a su chica les gusta cenar a la luz de las velas en lo alto de los silos, y que han firmado un pacto de suicidio para que el uno no tenga que vivir sin el otro. Me pregunté si lo habrían firmado con sangre y dónde lo guardaban, y cuánto tiempo habrían decidido vivir antes de morir. Si tienen un número obligatorio de vueltas que dar por Main Street antes de salir disparados."

jueves, 21 de junio de 2007

Impaciencia



Yo te miré con los ojos verdes del campo
en un cuarto azul de puertas cerradas,
en una pradera de puertas abiertas;
y poco a poco se posó el otoño
sobre las cenizas de la primavera

Y se vino abajo la tormenta,
llenó de selva las aceras;
la gente corría hacia sus casas
porque yo te estaba mirando
y se inundaban de noche las goteras

Ahora escribo esta canción,
sin importarme lo que entiendan,
porque mis paredes azules
quieren pintarse de cielo
y necesitan ventanas abiertas.

Y yo te miraré con los ojos azules de lluvia
hasta que se empape
-y renazca-
la primavera.


Fotografía: Green, Muratki

martes, 19 de junio de 2007

La periferia es otra ciudad





En los ojos,
mil historias encendidas de descampados de Madrid,
llenas de atardeceres en un coche,
de ver la ciudad desde fuera,
y volver a casa cuando ya se ha ido el Sol;
entrar deprisa en su cuarto,
guardar en el armario su olor
-el de él y el de ella-
su madre la saluda, pero ella ya ha cerrado la puerta.


Y volver mañana, y al día siguiente:
el Sol nunca se pone igual
sobre las antenas.
Aunque la magia se evapore con los días,
aún busca la niña que fue
entre las líneas de la carretera

Y la vida así es una continua periferia,
de trenes y autobuses que parten de las afueras,
que las bordean;
de nunca alcanzar el centro de la ciudad,
ni el centro mismo de las cosas;
sólo dar vueltas y vueltas
por mil descampados que atardecen al son de los años.
Vueltas y vueltas
por la periferia.

“Cuando ya está todo dicho,
¿dónde me llevo las maletas?”
Con la música a otra parte,
que si no, eres mujer muerta.
Las flores crecen solas y sordas
–ten cuidado, no las pises-
aquí, en los descampados de la periferia.




Fotografía: Today in Ankara City, Salihguler




lunes, 18 de junio de 2007

¿Qué ha pasado, Mirna?


Mirna se duerme
mirando las grietas del techo
Mirna gritando en la calle, no entiende
¿Dónde estarán ahora mis caprichos de un dólar?
¿Dónde estará la plata quemada?

Mirna se mira al espejo desnuda
Piensa que vuela libre,
¿dónde estará?
Y mientras Mirna se levanta,
oye los ruidos de lata

Se oye cantar al viento
sin su perfecta distorsión

¿Qué ha pasado?
¿Qué ha pasado?
¿Que ha pasado?
¿Qué ha pasado?

Mirna pintando la Luna
al revés en el cielo
Mirna sudando, brillando,
fundiéndose el vientre
Prisas de un beso urgente
en la calle de enfrente

Freno para la vida, prudente
Puede notar al tiempo sin su
perpetua ingenuidad

¿Qué ha pasado?
¿Qué ha pasado?
¿Que ha pasado?
¿Qué ha pasado?
(Mirna se mira al espejo desnuda)
¿Qué ha pasado?
(Piensa que vuela, piensa que vuela)
¿Qué ha pasado?
(Piensa que vuela)
¿Qué ha pasado?
(Piensa que vuela)



Mirna, LOS PIRATAS

domingo, 17 de junio de 2007

Zapping hasta el amanecer


«Anoche vi en la tele una película rarísima, hija, pero rarísima de verdad. Sin pies ni cabeza. Al principio empieza como un par de desgraciados que secuestran a una familia, y uno de ellos es un maniaco sexual, y ya sabes que a mí las cosas de violencia sexual me ponen de los nervios. Pero después llegan a México y entran en un bar lleno de chicas monas que bailan… y de buenas a primeras, ¡no sé qué pasa que se convierten todas en bichos espantosos! Qué asco. Al final, la hija de la familia (que se ha puesto ciega de matar bichos feos de esos) se quiere ir con el secuestrador guaperas y él le dice que vuelva a casa y le suelta: “Soy un cabrón, no un puto cabrón”. Eso sí que me gustó»

No sé si conseguirá aprobar las oposiciones, pero de tanto estar en casa mi madre se está convirtiendo en una cinéfila.

Tenía que transcribir esta reseña que me ha soltado esta mañana, del tirón y como quien no quiere la cosa, mientras removía nuestra comida de hoy en su olla preferida (la naranja grande) porque me ha parecido la mar de graciosa. Y de acertada.

sábado, 16 de junio de 2007

Geografía del primer amor

El Sol te entraba por una oreja y te salía por la otra al ritmo de los solsticios, de los equinoccios; mientras, yo inventaba mapas y calendarios, mediciones del tiempo y del espacio que intentasen explicarte:

Abandoné el atlas de tu cuerpo
en un cajón de mi memoria...

No hay geografía que dé crédito
a los torrentes que en mí desatabas,
a tu viento perfilando mis montañas;
a mi corteza rota por dentro,
cuando descolocabas todas mis fallas

Todavía hoy pierdo el Norte
si me propongo demostrarte
Eras mi propia mitología,
absurda pero bonita;
tú me llenaste de eclipses
y me descubriste el chocolate

Ya no creo en tus profecías
ni en tu calendario maya
Y ya no creo en mis canciones
si las gritan tus fantasmas
(como ésta)

En fin,
que ya no volveré a escuchar
lo que anunciaban tus campanas

Pese a todo, déjame apuntados hora y fecha del fin del mundo: nos veremos allí...

...si todo lo demás me falla

Fotografía: While you are waiting, by Idioti

viernes, 15 de junio de 2007

Días bomba


Porque la vida puede ser maravillosa, Lester

Existen días bomba. Cuidado con cómo los manejas, no se te vayan a caer al suelo y exploten como una granada de atascos, gente borde y horóscopos malintencionados. Añádase dolor de cabeza y obtendremos un jugoso y estimulante día bomba. La vida puede ser maravillosa, Salinas, pero yo muchos días me quedaría en la cama y dejaría que la posmodernidad se cebase con otros.


De todas formas, los problemas laborales, amorosos, financieros o de tráfico se quedan en nada comparados con esto que viene a continuación. Anoche se me rompió el corazón. Leí que Kevin Spacey ha decidido dejar el cine. Aunque debería habérmelo olido, porque cada vez que le preguntaban por Hollywood sólo le salían cosas como paso, me la suda o fuck them all.



Ahora que lo pienso, me arrepiento de todo lo que he dicho sobre los días bomba. ¿Qué habría sido de nosotros si Lester Burnham no hubiera salido de casa aquella mañana, a comerse su día bomba enterito con patatas?


American Beauty, Sam Mendes (1999)

[Sí, estoy en el curro, pero el jefe se ha quedado en casa enfermo para evitar un día bomba, y soy una becaria con Internet y sin vigilancia]

miércoles, 13 de junio de 2007

Algunos "te quiero" son como un conjuro


La ciudad me atrapa hoy de nuevo en sus laberintos, como un amante que sólo sabe darse en la cama; y sé que -puede que cuando más la necesite- volverá a dejarme tirada, . Pero me basta con abrir la ventana en noches como ésta y sentir el aliento del verano que se acerca. Eso me basta para salir corriendo de la ducha, con el cigarro aún mojado entre los labios; y recorrer las calles sedienta, mientras alguien me roba la sombra y la esconde en una papelera.

Madrid, quedamos mañana donde siempre, en ese árbol de la plaza. Yo te miro y tú me enganchas…

martes, 12 de junio de 2007

Para los solsticios y los equinoccios olvidados



Modo de empleo: Sírvase este poema al caer la noche, sobre las sábanas y el propio cuerpo. Leáse en voz alta, o en voz baja, pero muevánse los labios al pronunciar cada palabra, pues sólo así se queda adherido el significado a la piel y permanece como el poso de una infusión nocturna hasta la mañana.

Este poema funciona como un conjuro; después de recitado, la ciudad baila su ritmo y los portales se abren como labios.


[...]

Yo bajé a la ciudad
en esa hora incierta,
presentida,
donde tiritan todos los semáforos,
en ese campo oscuro,
dibujado,
donde sopla la brisa de los taxis
con su reflejo a musgo,
donde la luz oculta
las ojeras brillantes de los barrios,
poniendo en cada cuerpo
una mirada larga, una escena vacía.
Yo estuve en la ciudad,
y entristecido al tiempo de recorrer sus signos,
vagabundo en la luz de los escaparates,
quiero doblar la esquina,
descubrir otra espalda,
buscar un corazón municipal y amigo
que me abra la puerta de sus ojos
y me invite a pasar.

Llámame,
voy a volver contigo,
recorriendo despacio las calles que no existen
cuando tú no me llamas,
caminando por ti
a través de la ira pequeña de la tarde.
Llámame,
son apenas las ocho, apenas una leve
sonoridad de vida
regresa en las aceras,
se confunde con la prisa de los adolescentes,
precipita su paso por las últimas tiendas,
abre su colorido
metálico y humano
de parejas en coches abrazadas,
extraños que se miran
bajo la carpa incierta del deseo,
bajo la luna artificial.

Mírame regresando
sobre las altas casas de este abril distraído,
yo que tanto temía las fronteras.

Entre los árboles,
el sol parece el ojo de un borracho.

Llámame,
hoy es otro el horario,
es distinto el calor de su reinado,
la imagen de unos siervos con sangre diferente,
con dignidad de seres racionales,
corazones pensantes que podrían hablar
si no estuviesen solos,
si alguien los llamara.

Pero todo convoca a tu presencia:
mírame regresando.

Los portales abiertos,
los anuncios,
me recuerdan tu piel,
ese reino sin dudas
donde pretendo hablar del horizonte.

El horizonte
como la barra sucia de un bar desconocido
en la que nunca me podré apoyar.

Invitación [fragmento], Luis GARCÍA MONTERO




Fotografía: 051607, by Sporto

domingo, 10 de junio de 2007

Young Folks

Poco tiempo y poca inspiración; así que para airear esto un poco sin resultar excesivamente sosa, música...

El viernes, mientras comíamos en La Biblioteca (es un bar, no somos tan cerdos), Clau empezó a silbar. Dijo que la culpa era de una canción que no lograba quitarse de la cabeza. Hace un rato, mientras "estudiaba", he recordado el título y me he puesto a buscarla. Me encanta la voz de la chica, tan acatarrada y tan lánguida.

Seguro que todos la conocíais ya, pero yo la he descubierto esta tarde y tenía que celebrarlo. Ya soy una víctima de la maldición del silbido... y si vosotros no lo eráis, pronto caeréis. Noruegos y gafapastas tenían que ser. Por cierto, un poco de yuyu la fiesta que sale en el clip; todos tienen pinta de querer ir a la fiesta de la cocacola o a un suicidio colectivo.


Peter, Bjorn and John - Young Folks

If i told you things I did before
Told you how I used to be
Would you go along with someone like me?

If you knew my story word for word
Handled all of my history
Would you go along with someone like me?


I did before and had my share
It didn't lead nowhere
I would go along with someone like you


It doesn't matter what you did
Who you were hanging with
We could stick around and see this night through


And we don't care about the young folks
talkin' bout the young style
And we don't care about the old folks
talkin' 'bout the old style too
And we don't care about our own folks
talkin' 'bout our own stuff
All we care about is talking
talking only me and you


Usually when things has gone this far
people tend to disappear
No one would surprise me unless you

Do I can tell there's something goin' on?
Hours seem to disappear
Everyone is leaving, I'm still with you


It doesn't matter what we do
Where we are going to
We can stick around and see this night through


And we don't care about the young folks
talkin' bout the young style
And we don't care about the old folks
talkin' 'bout the old style too
And we don't care about our own folks
talkin' 'bout our own stuff
All we care about is talking
talking only me and you


"I like the drums..."

jueves, 7 de junio de 2007

Carta de disculpa

"Te sientas en mi cama...
descalza, con los pies abanicando el suelo, y empiezas a hablarme de la felicidad: que está en conformarse, en saber valorar, en lo pequeño y lo cercano; que la felicidad está en todo, vaya. Me intentas convencer para que sea feliz, o para que al menos me alegre de lo fácil que es según tu perspectiva, que no sé si ver como inocente o arriesgada. Terminas tu discurso con énfasis y, poco a poco, mientras transcurre el silencio, te apagas al ver que no lo has conseguido. Yo ni te miro, ni discuto; ¿para qué empezar a decepcionarte? Yo no me sé conformar. Yo no sé distinguir el tamaño de las cosas ni tengo un espectro amplio de felicidad.

A mí sólo me hace feliz la caracola que dibuja tu pelo cuando se acerca, como las olas de Tarifa, a la esquina de tu ojo. "

miércoles, 6 de junio de 2007

El examen me ha salido mal, gracias

Junio, joven e inexperto,
se sienta en un bar al caer la tarde
Mayo le ha estado esperando
y tiene los ojos llenos de café posado
Está cansado

Junio saluda
Mayo no responde
Se sujeta la cabeza con las manos

"Ay, Junio:
tarde o temprano,
¿por qué nunca llegas a tiempo?"

El bar ya está cerrando
y Junio se enciende un cigarro
Se ha hecho mayor de repente

Fotografía: era tan guapa que tenía que ponerla...

martes, 5 de junio de 2007

Nudos


La vida dio mil vueltas hasta enredar los destinos de los dos idiotas
tan anudados ahora que se les han enganchado los dedos
"¿Dónde te volviste luz, en qué parte exacta del camino?"
le pregunta él casi enfadado a ella, que se mira incrédula en el espejo
Se gira
"Yo siempre quise subirme a un escenario
para cantar una canción contigo
¿En alguna parte del camino te diste cuenta?"

Se calza los zapatos, abre la puerta y se larga
y deja los piropos tirados por el suelo

Yo, desde mi ventana, los veo marchar a ambos
una en el ascensor, y el otro tirado en la cama
y me pregunto en voz alta
¿dónde aprendí a ver esto bello?
En el camino, pero, ¿en qué parte exacta?

Fotografía: Where I end and you, Complejo

lunes, 4 de junio de 2007

Es una sensación extraña, pero cómoda


El cielo sobre mi cabeza

Pasarán los días, pasarán los coches, pasarán de largo los autobuses, y yo seguiré aquí esperándote. Y si hace falta correr en sentido contrario a las agujas del reloj para encontrarte, yo lo haré, no lo dudes. Ésa es la única estrella que luce en la placa de mi sheriff, vaquero; y yo, como un agente de la C.I.A., me cambiaría el nombre y la identidad y empezaría una nueva vida lejos de todo lo anterior si eso me acercase a acercarme a ti. Por más que insista en repetirlo en voz alta, es mentira: no estoy cansada de buscarte.


La sensación extraña pero cómoda se apareció ante
mis ojos hoy, en mitad de los apuntes de Cine

Por cierto, cómo molan Second

domingo, 3 de junio de 2007

Al este de Erica, al oeste de Jan

Las piernas de Erica fueron uno de los símbolos de los setenta. Fue la chica que muchos querían meter dentro de su copa y beber de un solo trago, la que se codeaba con futbolistas y cantantes y exhibía su melena en todas las vallas de la ciudad. En medio de aquella década que la había convertido en musa de Martini, Erica se marchó en busca de una amiga al Líbano -entonces ya maltratado por la guerra- y acabó, sin saber muy bien cómo, atrapada por una mafia que la explotaba en un burdel. Un millonario del país la rescató y se casaron. Comenzó entonces la etapa más feliz de su vida.

Mientras, casi a un hemisferio de distancia, Jan era golpeado por un vagón de tren. Se recuperó en apariencia y volvió a su puesto en los ferrocarriles polacos, pero poco a poco perdió todas sus facultades, desde el habla hasta mantenerse despierto. Se sumió entonces en un letargo que lo mantendría 19 años en una habitación de hospital. Alrededor de la cama en la que Jan dormía inciertamente, sus hijos crecían, se casaban y tenían nietos; y abajo, más lejos de Siberia y más cerca del desierto, la guerra se volvía más virulenta y se llevaba al sultán de Erica, terminando de un golpe con sus mil y una noches. Ella volvió a Edimburgo y se arrastró por los ochenta y los noventa entre divorcios, desengaños e indigencia. Jan seguía durmiendo, pero ahora al este de Erica.

Esta semana Jan ha decidido demostrar que cualquier parecido con la ficción es pura realidad, y ha vivido su propio Good bye Lenin despertando del coma en el que cayó en 1988. Dejó cinco hijos en la Polonia comunista, y se ha encontrado ahora con once nietos y un país lleno de teléfonos móviles que camina hacia el capitalismo más conservador. Al oeste de Jan, poco después de decidirse a escribir su propia historia para demostrar que la realidad siempre supera a la ficción, Erica moría de un infarto. Su corazón se apagó en soledad para encender por última vez su recuerdo y colocarlo en la misma sección del periódico donde hoy aparece una foto de Jan, despierto y sonriente, y su esposa Gertruda. Mientras Erica vivía cada vez más intensamente y se quedaba cada vez más sola, Gertruda pasaba noche y día junto a la cama de su plácido marido, que en 19 años no mostró intención alguna de despertar en esta vida.


El aleteo de una mariposa en el Líbano puede desencadenar un terremoto al otro lado del muro de Berlín. Y viceversa

EL PAÍS - Gente, domingo 3 de junio: Despertar en el futuro
EL PAÍS - Gente, domingo 3 de junio: Muerte de una "chica Martini"

The ending scene




Los cuatrocientos golpes (Les quatre cents coups)
François TRUFFAUT


Sí, es un chaval corriendo durante casi cuatro minutos. En esta escena se debió inspirar aquel que dijo que el cine europeo era tan aburrido que se veía crecer la hierba. Pero esto es también la primera vez que alguien se gira desde la pantalla del cine para mirar directamente a cámara y decirle a todos los espectadores con sus ojos de niño guapo: "Pues sí, colegas, sé que estáis ahí y todo es de mentira; esto que estáis viendo no es más que una película".

Ni menos.

Y el mar, siempre el mar...

Impresionante.

sábado, 2 de junio de 2007

Hermanos, que Youtube sea con vosotros

Dios ha llamado a mi puerta. Seguramente, después de ese comienzo, muchos de vosotros dejaréis de leer. Me da igual, yo no tengo la culpa de que no os haya llegado el regalo de la fe. Hace algún tiempo colgué un vídeo en Youtube. La iniciativa ha tenido tanto éxito que sólo he colgado dos vídeos, y sólo dos personas se han dignado en comentarlos. Los primeros días revisaba mis estadísticas con ansia (el puto ansia) pero, tras unas semanas en blanco, me cansé y hasta me olvidé de que era usuaria registrada del Templo. El caso es que el jueves, revisando el correo de la Universidad, descubrí un mensaje que me decía que alguien se había puesto en contacto conmigo a través de Youtube y me pedía permiso para utilizar este vídeo.





Era el reverendo Langdon Palmer, voz de Dios en la tierra, solicitándome -con mucha cortesía, eso sí- utilizar el vídeo para un powerpoint que proyecta en las misas que da. Para que me quedase más tranquila, me dejó esta dirección. El efecto fue el contrario, pero la intención es lo que cuenta.

Vamos, que a partir de ahora la ventana de mi cocina, Carabanchel y mi gato Ramón estarán siendo observados por feligreses pueblerinos en alguna iglesia de Montgomery (USA), mientras se pronuncia a saber qué tipo de sermón. Bueno, serán pueblerinos, pero usan powerpoint. Viva el progreso.

*Tengo que decir que Ramón se está haciendo famoso: también le han escrito una entrada desde Tallín (Letonia, Riga; Lituania, Vilna; Estonia, Tallín; gracias, profe). Pero no entiendo nada.




Botadura


Yo no soy como los políticos, que inauguran estaciones sin viajeros en las que no para ningún tren y se hacen fotos absurdas patinando en un suelo que aún no ha pisado nadie. A mí siempre me gusta empezar las cosas con sabor a viejo. Esta idea se ha estado fraguando desde hace más de un mes, como se puede comprobar en los archivos; de hecho, hice una especie de mudanza y trasladé aquí los recuerdos que más me gustaban de mi anterior casa. Quizás no sean los mejores ni los que más me representan, pero al menos son los que más me gustan. Supongo que lo primero que haces tras una mudanza es llenar las paredes vacías de fotos de ayer, para sentir algún tipo de raíces en tu árbol.

En fin, que el paisaje de Islandia ha cambiado mucho en las últimas semanas: ha llovido, ha nevado, ha salido un sol de ésos que quema, ha estado subrayada en amarillo (y sigue) y, para colmo, a partir del lunes que viene comenzará Islandia Currandia. Todo esto no se merecía un testigo como MSN (puaaaggg) ni un espacio lleno de fotos posadolescentes; mejor realizar un intento de seriedad fingida y botar el casco de este blog, firmado con inicial, y desnudo por el momento, que pretende llenarse poco a poco, hasta que me tenga que ir corriendo a otro sitio.

Bienvenidos.
(A los que se quieran suscribir, que sigan las instrucciones del siempre sabio Míguel)

Fotografía: Fishing boat, Daniel Aldo Gómez

A una chica desnuda

Entré en el vagón, me senté y mis ojos cayeron de bruces sobre ella.

El destino, al sentarme frente a ella, me enseñó a quererla. Tenía una espiral dibujada en el centro de los labios y los ojos perdidos, tumbados quietos bajo las cejas, que de vez en cuando eran sacudidas por una ola suave, de ésas que balancean los barcos en las bahías. La empecé a mirar a escondidas, después con algo más de descaro y, en las últimas estaciones, sin el más mínimo respeto, dejando caer mi periódico sobre las piernas, a la espera de que reparase en mi presencia desde allá donde quiera que estuviese. Todo el vagón me miraba mirarla, en un juego de voyeurs que me complacía y me hacía sentir mal a partes iguales.

Ese espacio compartido por nosotros dos me enseñó a quererla, como digo: descubrí sus lunares; las esquinas de su pecho, que dice Ferreiro; el compás de sus respiraciones; la v que juntaba sus muslos; adiviné sus pantorillas tras la falda y juraría que un dedo se movió debajo de sus playeras. Yo seguía esperando a que me devolviese la mirada desde su espejo girado, pero llegué a mi parada y las puertas se abrieron.

La dejé desnuda sobre mi cama y me bajé del tren colorado como un tomate.

La hora de los valientes

Se detuvo en medio del proceso de cepillar los dientes para observarse en el espejo con la boca llena de espuma. Consiguió olvidar tales circunstancias y ver más allá de su reflejo. Rememoró entonces las últimas tardes con él. Había evitado por todos los medios el contacto físico -no tanto por miedo como por tentación- y, sin embargo era algo que no lograba apartar de su cabeza.

Recordó su olor, el calor que desprendían todos y cada uno de sus movimientos,y comenzó a imaginar. Cuando lo hacía, era imposible detenerla. Imaginó sus manos en su cintura, el petróleo de sus ojos, el abismo impenetrable de su pelo, el horizonte desde sus hombros; todo sintetizado perfectamente en una silueta única hecha de ellos dos. Y se imaginó arriesgando: dando vueltas y vueltas, el eco sordo de la música, la inseguridad de la primera vez, el zumbido en los oídos, el calor... quizás alguna gota de sudor en su frente o en su pecho. Se agarraría fuerte a él hasta que todo terminase y entonces cerraría los ojos con fuerza, para dejar escapar el gemido sólo a través de las pestañas. "Estás temblando... ¿te encuentras bien?"

Tras ponerse en lo peor y evaluar posibles daños y beneficios, se decidió. Bajó a una tienda del centro y allí se compró unos zapatos rojos de pulsera: uno plano y otro de tacón. Estaba hecho: iba a olvidarse de la polio y esa misma noche lo invitaría a bailar.