Se detuvo en medio del proceso de cepillar los dientes para observarse en el espejo con la boca llena de espuma. Consiguió olvidar tales circunstancias y ver más allá de su reflejo. Rememoró entonces las últimas tardes con él. Había evitado por todos los medios el contacto físico -no tanto por miedo como por tentación- y, sin embargo era algo que no lograba apartar de su cabeza.
Recordó su olor, el calor que desprendían todos y cada uno de sus movimientos,y comenzó a imaginar. Cuando lo hacía, era imposible detenerla. Imaginó sus manos en su cintura, el petróleo de sus ojos, el abismo impenetrable de su pelo, el horizonte desde sus hombros; todo sintetizado perfectamente en una silueta única hecha de ellos dos. Y se imaginó arriesgando: dando vueltas y vueltas, el eco sordo de la música, la inseguridad de la primera vez, el zumbido en los oídos, el calor... quizás alguna gota de sudor en su frente o en su pecho. Se agarraría fuerte a él hasta que todo terminase y entonces cerraría los ojos con fuerza, para dejar escapar el gemido sólo a través de las pestañas. "Estás temblando... ¿te encuentras bien?"
Tras ponerse en lo peor y evaluar posibles daños y beneficios, se decidió. Bajó a una tienda del centro y allí se compró unos zapatos rojos de pulsera: uno plano y otro de tacón. Estaba hecho: iba a olvidarse de la polio y esa misma noche lo invitaría a bailar.
Recordó su olor, el calor que desprendían todos y cada uno de sus movimientos,y comenzó a imaginar. Cuando lo hacía, era imposible detenerla. Imaginó sus manos en su cintura, el petróleo de sus ojos, el abismo impenetrable de su pelo, el horizonte desde sus hombros; todo sintetizado perfectamente en una silueta única hecha de ellos dos. Y se imaginó arriesgando: dando vueltas y vueltas, el eco sordo de la música, la inseguridad de la primera vez, el zumbido en los oídos, el calor... quizás alguna gota de sudor en su frente o en su pecho. Se agarraría fuerte a él hasta que todo terminase y entonces cerraría los ojos con fuerza, para dejar escapar el gemido sólo a través de las pestañas. "Estás temblando... ¿te encuentras bien?"
Tras ponerse en lo peor y evaluar posibles daños y beneficios, se decidió. Bajó a una tienda del centro y allí se compró unos zapatos rojos de pulsera: uno plano y otro de tacón. Estaba hecho: iba a olvidarse de la polio y esa misma noche lo invitaría a bailar.
Fotografía: Red Shoes by Julie Cerise
1 comentario:
Creo que ya comenté esta entrada en tu anterior blog. No sé por qué, pero me embruja cada vez que vuelvo a leerla. Desprende por cada uno de sus poros una sensibilidad y una belleza acsi mágicas, como si fuera una experiencia verdadera narrada en primera persona.
Creo que puedo afirmar, casi sin ninguna duda, que es mi entrada favorita...
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