jueves, 30 de agosto de 2007

En medio del camino (would you meet me in the middle?)


©2007 ~Allot

Si mis noches se pusieran de acuerdo
en buscar un sendero
serías tú

Si el amor se guardase una lanza en mi costado
aunque las zancadillas dejasen de dolerme
el as en su manga
serías tú

De todas las chinas en las que he tropezado
De las que más me han raspado
La que siempre se colase en mi zapato
serías tú

De todos los cordones desatados
entre todos los baches y los vados
La piedra angular de mi pavimentado
serías tú

Si el Sol me matase por clavarme un rayo
Si en ese desierto hubiese una sombra
serías tú

martes, 28 de agosto de 2007

Soledad


Marc Chagall - Loneliness (1933). Museo de Tel Aviv


- ¿Y ahora qué?
- ¿Cómo? No te entiendo.
- Es una pregunta fácil: que qué hacemos ahora.
- La respuesta es también fácil, no tenemos nada que hacer.
- Algo habrá.
- Chagall nos pintó así. Bastante esfuerzo hizo con sacarnos de su cabeza y dejarnos en un lienzo. Éste es nuestro sino y punto. Tú te quedarás ahí representando a la soledad y yo te miraré con esta dulzura bovina que me han dibujado.
- ¿Y así va a ser siempre?
- Bueno, puede que no. Quizás venga alguien y piense que yo soy tu amada y te miro con deseo, y entonces tendré que mirarte con deseo, qué remedio.
- ¿Y nada más?
- No, a no ser que delante de nosotros se plante alguien que opine lo contrario.
- ¿Quieres decir que nada está en nuestras manos?
- Eso es lo que quiero decir. Somos un reflejo del alma de alguien, somos un destello que brilla en función de quien lo mire pero no tiene la fuerza suficiente para controlar su propia estela.
- Y quien nos creó, que tanto parecía saber por lo que está diciendo el señor ése de allá, el de las gafas de pasta…
- ¿Cuál dices?
- Ése que está con la mujer y lleva un montón de folletos en la mano.
- Ah, lo veo, lo veo.
- Digo, quien nos creó sabía mucho… pero ¿no fue capaz de dotarnos de autonomía, de algo que nos valiese para actuar por nosotros mismos?
- No nos creó como se crea una máquina o una casa, para que funcionen. Salimos de él como mana la sangre de las heridas. Es como cuando rompes un espejo y quedan pedazos sueltos: solos no van a ninguna parte y no podrán volver a su mitad; necesitan que alguien se mire en ellos o se corte con su filo para existir. Éramos una de las mitades de Chagall, pero ya no hay pegamento que nos una a él.
- No sé de qué me hablas, nunca he roto un espejo.
- Claro, estás hecho de óleo, qué espejo vas a romper.
- Te recuerdo que tú también eres de óleo y no creo que me ganes en espejos rotos, así que no sé por qué hablas tanto.
- Porque alguien me está mirando y quiere que así sea.
- ¿Quién?
- Creo que es esa chica de allí, la que está sentada en el banco.
- ¿La rubia?
- Sí. Me ha convertido en una vaca pedante.

[...]

- Oye, me parece que estoy constipado, tengo unos cambios de temperatura espantosos.
- Son los japoneses.
- ¿Los japoneses?
- Sí, hay demasiados al mismo tiempo en esta sala. Unos creen que estás muerto de frío y por eso te tapas con una sábana; otros ven el humo que nos rodea y entonces piensan que estarás sofocado: de ahí el destemple.
- Y tú, ¿tienes frío o calor?
- Nadie se preocupa de la temperatura corporal de una vaca. Ahora, si me disculpas, voy a tocar el violín.
- ¿Desde cuándo sabes?
- No, es por el niño de allí, el que acaba de entrar…
Me encanta este cuadro.

lunes, 27 de agosto de 2007

Ego (te absolvo)

Algunas veces pienso que todo el mundo es idiota. Instantes después, me arrepiento de haber sido tan hija de puta.

Y en este contradictorio bucle, ácido como el reflujo de aquella amiga mía que vomitaba sin parar, se me van los días.

domingo, 26 de agosto de 2007

domingo, 19 de agosto de 2007

Postal del regreso


Se me ocurre mientras vuelvo a este cruce de caminos que quizás te he echado tanto de menos porque no aprendí a quererte lo suficiente. Ahora se trata de aprender, ahora la única paz consiste en eso. Lo demás son cruces de caminos.

Me voy, te vas; pero cuando volvamos podemos quedar algún día para conocernos de nuevo y revivirlo todo desde el principio, paladeándolo. Yo soy Manuela, ¿y tú?

Te estaré regresando.

martes, 14 de agosto de 2007

Helter Skelter ya se va

Me ausentaré durante los próximos 12 días. Me imagino que ni la mitad de ustedes estará en sus casas, y que habrá muchos que hace semanas que no tocan el teclado de un ordenador, pero por avisar que no quede. Os dejo esta postal de mi ventana, que para mí es la mejor imagen de todos los veranos: la de recoger la ropa limpia en un suspiro y marcharte a ensuciarla cerca del mar.

Sed muy muy felices, es una orden.



lunes, 13 de agosto de 2007

Las pelirrojas traen mala suerte

Era un invierno con abrigo de paño
y las manos en los bolsillos
Era invierno en mis pies
y los metía en tus zapatos
Podía quedarme dormida
viendo la lluvia en el patio

Así que era un invierno inundado
y nosotros nos queríamos
Nos mirábamos en los charcos
como patos mareados
Y descubríamos nuestro reflejo
en las pupilas del amado

Era también invierno en el café posado
Yo esperaba paciente
que me dieses el primer trago
Quería beberlo de tu boca,
que lo calentases en tus manos
Quería vivir por siempre
refugiada en tus zapatos

Era invierno
Madrid aún me dejaba ser feliz
y ocultaba su melena roja
bajo aquella tonta boina gris
Todavía no jugaba contigo a ponerme celosa
Aún no te mandaba ramos de flores rojas

Se acabó el día que os vi paseando a solas
La boina estaba en el suelo, entre pétalos de rosas

Tu invierno siempre enfriaba
mis instintos asesinos
pero ya no me divierto
si no es aplastando grillos,
si no arranco la hierba,
si no asusto a algún niño

Porque invierno no era
y no es más que contigo
Y ahora el resto del año
me parece una farsa
Me escribiste en un libro
y me convertiste en fantasma



©2005-2007 ~Nymphadora79

martes, 7 de agosto de 2007

Mierda...


Some rights reserved. This work is licensed under
a
Creative Commons Attribution-Noncommercial-No Derivative Works 2.5 License.

Then I saw you turning at the end of the street...

La última vez que me cogiste de la mano
las calles parecían de mentira
La ciudad no era más que un decorado
que se terminaba en cada esquina
Desperté hoy con la espalda adoquinada
y pensé que todo fue una pesadilla

Desperté con la espalda adoquinada
-mierda, se me olvidó que hoy era el día-
y salgo a la calle corriendo,
por si aún no ha pasado el tranvía
Por si aún alcanzo a ver tu cuello
y sus cuerdas que se afinan

Y salgo a la calle corrriendo
and then I saw you...
Estaban vacías mis aceras,
eran como corrientes de agua lisa,
pero conseguí ver tus puntadas
cosiendo destellos en la avenida

"Despierta; mírame ahora, mira"
Se estrellan en vano mis oraciones
contra tu cuello y sus cuerdas que se estiran
Los zapatos en el suelo, en posición de bailarina
Mírame antes de que sea tarde,
el tranvía ya está en la esquina

Desperté con la espalda adoquinada
De nuevo olvidé que hoy era el día

jueves, 2 de agosto de 2007

Canción envenenada para Irlanda


©2005-2007 *Justapain


Irlanda,
no disimules, que se te nota;
te manejas como nadie
cuando la distancia es corta.
Olvídalo, quedará entre tú y yo;
ellos aplauden embelesados
tus mohines de muñeca rota.

Irlanda,
déjate las uñas largas,
que yo vea qué hiciste anoche.
Sé que tu falsa dulzura
se vuelve agria a las doce.
Irlanda, eres bella y tirana,
como un país del Norte.

No llores más, Irlanda,
tu gato azul ya duerme bajo la hierba.
Irlanda,
¿no decías que te aburres como una vieja?
¿Dónde está ahora la azada grande?
Ponte a buscarla; niña, deja de hacer calceta,
que ya no está en su sitio la pesada azada negra.

Irlanda de miradas veladas,
Irlanda de párpados muertos;
no me dan envidia tus vestidos polvorientos,
ni tus puestas de largo, ni tu séquito de espectros.
Irlanda,
yo que tú mantendría hoy los ojos bien abiertos,
que tengo ganas de robar la cinta blanca de tu pelo.

"No te imaginas lo leve que es el toque de su piel"
"No te imaginas mi cuerpo, enredado en el de él"
Te equivocabas, Irlanda.
No lo imagino.
Lo sé.
Por eso un ángel de piedra te tiene atrapada en su red,
donde tu madre te deja flores frescas a las diez.

Corre ahora si puedes,
corre, Irlanda, niña mala;
y grítale a mamá para que no te dé la espalda.
Ella ya no te oye, ¿puedes oírte tú?
¿Sientes ahora su piel, Irlanda?
Qué triste es la penumbra para las niñas mimadas;
la cola azul de un gato asoma bajo tu falda.

miércoles, 1 de agosto de 2007

Los zapatos de Lolita


©2005-2007 *MarchandeDePlaisirs


Existen dos tipos de chicas: las que tienen los gemelos anchos y las que tienen los gemelos finos. Pero que nadie se llame a engaños ni caiga en simplezas; esta división poco tiene que ver con gordas o flacas, rubias o morenas, brutas o remilgadas. Se trata de algo que escapa al cuerpo, mucho más etéreo, e imposible de ocultar con pantalón largo. Lolita no era más que un corazón de piernas delgadas escondido en unos zapatos de hombre.

La mujer que habita en todas las niñas se asoma demasiado pronto a las chicas de gemelos finos, quizás en forma de desamor brusco o de alguna enfermedad infantil que las mantenga una larga temporada en cama. Los padres se angustian; cuidan al milímetro de su pajarito, vigilando todos y cada uno de sus aleteos y sujetando las ramas con las que pueda golpearse durante el camino. La preocupación paterna deja una huella imborrable en la piel de las chicas de gemelos finos, como de peca de perfume caro, que contagiará a todos los que compartan su tiempo con ellas, inundándolos de una irresistible e imperiosa necesidad de cuidarlas a todas horas. Las chicas de gemelos finos siempre llevan sandalias elegantes y una chaqueta ajena sobre los hombros. Hay un coche que las espera al doblar la esquina de cualquier noche.

Las chicas de gemelos gruesos, en cambio, parecen siempre más niñas de lo que son, pero las dan por crecidas muy pronto. Los gemelos anchos no admiten pies pequeños, así que sus padres les compran varios pares de zapatos grandes -a ser posible del mismo modelo en distintos colores- y las sueltan a la calle. Allí ellas se pelean, tiran piedras, se tropiezan y vuelven siempre a casa con las piernas llenas de rasguños y moretones, pero a sus padres se les borra cualquier atisbo de preocupación cuando ven los zapatones de muchacho sobresaliendo sonrientes de esos gemelos tan lozanos.

La sonrisa de una chica de gemelos finos suele cortarse en un ángulo amargo que ni siquiera alcanza la categoría de tristeza; es el gesto de fastidio del que ha perdido el tren, del pajarito que permanece en el nido mientras sus hermanos vuelan lejos del árbol. Se les quiebra la piel en las articulaciones, tienen las rodillas transparentes y mamá no les deja ni depilarse, no vaya a ser que el melocotón enferme cuando pierda su terciopelo.

Las chicas de gemelos gruesos envidian el cuerpo translúcido y esbelto de las chicas de gemelos finos, pero sobre todo envidian ese séquito que las sigue como a princesas enfermas, esa manta que se sienta junto a ellas en todos los sillones para guarecerlas del frío. Lo que no saben es que no sirve de nada viajar en primera clase cuando te han cortado las alas.