martes, 28 de agosto de 2007

Soledad


Marc Chagall - Loneliness (1933). Museo de Tel Aviv


- ¿Y ahora qué?
- ¿Cómo? No te entiendo.
- Es una pregunta fácil: que qué hacemos ahora.
- La respuesta es también fácil, no tenemos nada que hacer.
- Algo habrá.
- Chagall nos pintó así. Bastante esfuerzo hizo con sacarnos de su cabeza y dejarnos en un lienzo. Éste es nuestro sino y punto. Tú te quedarás ahí representando a la soledad y yo te miraré con esta dulzura bovina que me han dibujado.
- ¿Y así va a ser siempre?
- Bueno, puede que no. Quizás venga alguien y piense que yo soy tu amada y te miro con deseo, y entonces tendré que mirarte con deseo, qué remedio.
- ¿Y nada más?
- No, a no ser que delante de nosotros se plante alguien que opine lo contrario.
- ¿Quieres decir que nada está en nuestras manos?
- Eso es lo que quiero decir. Somos un reflejo del alma de alguien, somos un destello que brilla en función de quien lo mire pero no tiene la fuerza suficiente para controlar su propia estela.
- Y quien nos creó, que tanto parecía saber por lo que está diciendo el señor ése de allá, el de las gafas de pasta…
- ¿Cuál dices?
- Ése que está con la mujer y lleva un montón de folletos en la mano.
- Ah, lo veo, lo veo.
- Digo, quien nos creó sabía mucho… pero ¿no fue capaz de dotarnos de autonomía, de algo que nos valiese para actuar por nosotros mismos?
- No nos creó como se crea una máquina o una casa, para que funcionen. Salimos de él como mana la sangre de las heridas. Es como cuando rompes un espejo y quedan pedazos sueltos: solos no van a ninguna parte y no podrán volver a su mitad; necesitan que alguien se mire en ellos o se corte con su filo para existir. Éramos una de las mitades de Chagall, pero ya no hay pegamento que nos una a él.
- No sé de qué me hablas, nunca he roto un espejo.
- Claro, estás hecho de óleo, qué espejo vas a romper.
- Te recuerdo que tú también eres de óleo y no creo que me ganes en espejos rotos, así que no sé por qué hablas tanto.
- Porque alguien me está mirando y quiere que así sea.
- ¿Quién?
- Creo que es esa chica de allí, la que está sentada en el banco.
- ¿La rubia?
- Sí. Me ha convertido en una vaca pedante.

[...]

- Oye, me parece que estoy constipado, tengo unos cambios de temperatura espantosos.
- Son los japoneses.
- ¿Los japoneses?
- Sí, hay demasiados al mismo tiempo en esta sala. Unos creen que estás muerto de frío y por eso te tapas con una sábana; otros ven el humo que nos rodea y entonces piensan que estarás sofocado: de ahí el destemple.
- Y tú, ¿tienes frío o calor?
- Nadie se preocupa de la temperatura corporal de una vaca. Ahora, si me disculpas, voy a tocar el violín.
- ¿Desde cuándo sabes?
- No, es por el niño de allí, el que acaba de entrar…
Me encanta este cuadro.

6 comentarios:

Unknown dijo...

Sabes la vida en el fondo es dar y recibir,... todos necesitamos recibir, cuando das sin respuesta lo que has dado se convierte en estupidez.

Pilar

Fernando Pamos dijo...

Ya verás qué cuento tan bonito voy a publicar. Es del teólogo Leonardo Boff. Te gustará. Un beso

Fernando Pamos dijo...

"eMe", no me di cuenta que eras tú la que entró en mi blog, desde tu maravilloso blog. Yo no soy capaz de poner fotos. Soy muy torpe con la informática y las tecnologías. Un beso y me encanta todo lo que escribes y las fotos tan preciosas que te conducen a paraísos, impensables, de colores y olores.

Unknown dijo...

Me ha encantado la imaginación con la que has decsrito todas las posibles escenas del cuadro, todos los sentimientos y cualidades de cada uno en función de quien les mira. Supongo que es como la belleza. No está en ninguna parte, salvo en los ojos del que mira...

lolastarsandstripes dijo...

No creo q haya nadie a quien no le guste este cuadro después de haber leído tu relato. Ya me contarás que opinó la vaca cuando la miré...

Existimos por y para los ojos del mundo. Animales sociales, que nos bautizara el filósofo.

(L)

Anónimo dijo...

¿Desbordas imaginación o desbordas LSD?

Nunca me había planteado este punto de vista tuyo. Si los cuadros pensaran... ¿Y qué pensarían los cuadros de Picaso? Seguro que están traumatizados, ellos saben que hay belleza interior, ¿no?

Un beso locuela