miércoles, 2 de mayo de 2007

Aquel camino

Eras capaz de encerrar en una sola frase, incluso en la más vacía y plana, todo el misterio del mundo. Caminabas entre la basura, con los ojos algo entornados, oteando un horizonte imaginario entre los sucios ladrillos. Yo los perseguía -perseguía a tus ojos- como si fuesen gorriones, hasta que los veía detenerse en la barandilla de algún balcón. "Mira, ahí vivía yo antes", decías señalando una casa que, con el simple impulso de tu dedo, se volvía encantada. Me quedaba atribulada, como si aquello fuera un potente enigma, como si en vez de palabras fueran pirámides egipcias. Y ya invertía el resto de la tarde en perderme por sus laberintos.



Créeme, hubo días en los que te habría seguido hasta el fin del mundo.

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