
Estoy atravesando el típico proceso de angustia romántica adolescente. Pero no hay problema, ya me curaré con el tiempo. Me convertiré en una de esas mujeres serias y arregladas que viajan en el metro a primera hora, con la cabeza llena de obligaciones y rutinas. A veces se distraen, y dejan asomar a sus labios por un instante a la niña que se quedó en el camino hace tiempo... hasta que caen en la cuenta de que han llegado a su parada y se deslizan taconeando por la puerta, justo un segundo antes de que se cierre.
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