viernes, 6 de julio de 2007

Un bosque


The Cure - A Forest

Las cosas rara vez son lo que parecen. Más allá de eso, tampoco suelen ser lo que parece estar debajo de su apariencia.

A Erik El Rojo, marinero y pendenciero, lo expulsaron de Islandia (sí, no sólo es un lugar de destierro; hasta de allí te pueden expulsar) y desde entonces se dedicó a vagar por los mares del Norte. En el año 982 descubrió una isla al oeste de Noruega enorme, vacía, inhóspita, árida, gélida. El tío la llamó Grønland, que en danés significa “tierra verde", no por hacerse el gracioso, sino en un intento de que aquello se llenase de colonos en busca de tierras fértiles. Al llegar allí, muchos se debieron de cagar en toda la familia de Erik El Gracioso. Después, empezaron a construir casitas de colores para intentar alegrar un poco el panorama.

Pues bien, hoy se ha sabido que Erik El Rojo tampoco vacilaba tanto. Un grupo de científicos daneses ha demostrado que en el Pleistoceno Groenlandia era un bosque por el que revoloteaban los pajarillos y las mariposas. Al parecer, la capa de hielo que cubre el Ártico ha sobrevivido y nos sobrevivirá a todos nosotros y es una especie de base de datos donde está grabado el ADN de todas las cosas que han sucedido desde el principio de los tiempos.

Hoy no puedo dejar de pensar en Groenlandia. Era la reina de todos los mapamundis de mi infancia: una isla tan enorme y tan poderosa que preside el Atlántico, pero tan vacía que carece de entidad propia y está unida administrativamente a Dinamarca, ese país que, con todos los respetos, es como una lata de galletas. Ahora, saber que Groenlandia antes era una especie de selva inmensa me deja aún más intrigada. Y me pregunto si no me pasará lo mismo a mí algún día: si no me convertiré en un bloque gigante de hielo y desierto. Quizás entonces venga alguien, rasque un poquito mi superficie y sentencie: “Señores, aquí antes había un bosque”. A lo mejor todos aplauden y sale en las portadas de los periódicos. O a lo mejor no, quién sabe. En fin, no soy capaz de escribir nada demasiado inteligente. Sólo espero que disfrutéis de la canción. Por cierto, el que sale en el vídeo no es Ben Affleck. Es Robert Smith al principio de los tiempos, en mi bosque preferido. Las cosas rara vez son lo que parecen.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Solo te congelas si te paras, si dejas de creer en ti mismo, si pierdes la ilusión.

No permitas que eso te ocurra a ti. El peor enemigo que tenemos todos lo llevamos dentro de nosotros mismos. Los peores combates son contra nuestro propio corazón.

Lucha!!!